Ramos Pinto
Fundada por Adriano Ramos Pinto en 1880, la Casa Ramos Pinto rápidamente se hizo conocida por su estrategia innovadora y pionera. Asociado con el vino embotellado de calidad, se implanta en el mercado brasileño a principios del siglo XX y rápidamente se convierte en responsable de la mitad del vino exportado a América del Sur, al mismo tiempo que fideliza a clientes en Portugal y Europa. Estas fueron las consecuencias naturales de una estrategia de vanguardia, basada en la modernización de los circuitos de selección, mezcla y envejecimiento, la constante investigación y la atención especial que Adriano Ramos Pinto dedicó al envasado y promoción de sus vinos. Los vinos Ramos Pinto se convirtieron así en una referencia de calidad.
El gusto por la cultura, inculcada por Adriano Ramos Pinto en la filosofía de empresa de la bodega, se mantiene hasta nuestros días. En 1997, la Casa Ramos Pinto creó el Museo en la Quinta de Ervamoira, destinado a la investigación ambiental, enológica, arqueológica y antropológica del Valle de Côa. También está a disposición de los investigadores un archivo histórico en Vila Nova de Gaia, con una valiosa colección de documentos sobre la producción y exportación de vinos desde el siglo XIX.
Consciente de que la calidad de sus vinos radicaba en el suelo del Douro, Ramos Pinto se dedicó a estudiar meticulosamente esta región, y eventualmente adquiriendo fincas con características muy especiales con el fin de lograr el objetivo de garantizar y control de calidad de todo el proceso de producción. En busca de la excelencia en sus vinos, Ramos Pinto creó néctares únicos con su propia firma.
En 1990, la Casa Ramos Pinto pasó a formar parte del Grupo Roederer, cuya historia tiene características similares. Ello ha permitido a la Casa Ramos Pinto obtener una mayor dimensión internacional
El toque personal y su autonomía permiten que sus vinos tengan una característica única e inconfundible, y es mediante ésta que Ramos Pinto ha trazado los aspectos que desea continuar desarrollando en el futuro.
Ramos Pinto considera que la calidad de sus vinos se debe al suelo del Duero y por este motivo se convirtió en el propietario de varias fincas, meticulosamente elegidas en la denominación. Fue el primer paso de una estrategia que se centra en la filosofía de la autosuficiencia, con el fin de garantizar en a corto plazo, toda la producción de la uva utilizada en vino de Oporto y los vinos tranquilos.
La búsqueda de la excelencia se hace evidente cuando se percibe en la calidad real de los vinos que produce y en el seguimiento de una tradición pionera en la investigación que, desde hace décadas, gobierna su estrategia de producción.
El gusto por la cultura, inculcada por Adriano Ramos Pinto en la filosofía de empresa de la bodega, se mantiene hasta nuestros días. En 1997, la Casa Ramos Pinto creó el Museo en la Quinta de Ervamoira, destinado a la investigación ambiental, enológica, arqueológica y antropológica del Valle de Côa. También está a disposición de los investigadores un archivo histórico en Vila Nova de Gaia, con una valiosa colección de documentos sobre la producción y exportación de vinos desde el siglo XIX.
Consciente de que la calidad de sus vinos radicaba en el suelo del Douro, Ramos Pinto se dedicó a estudiar meticulosamente esta región, y eventualmente adquiriendo fincas con características muy especiales con el fin de lograr el objetivo de garantizar y control de calidad de todo el proceso de producción. En busca de la excelencia en sus vinos, Ramos Pinto creó néctares únicos con su propia firma.
En 1990, la Casa Ramos Pinto pasó a formar parte del Grupo Roederer, cuya historia tiene características similares. Ello ha permitido a la Casa Ramos Pinto obtener una mayor dimensión internacional
El toque personal y su autonomía permiten que sus vinos tengan una característica única e inconfundible, y es mediante ésta que Ramos Pinto ha trazado los aspectos que desea continuar desarrollando en el futuro.
Ramos Pinto considera que la calidad de sus vinos se debe al suelo del Duero y por este motivo se convirtió en el propietario de varias fincas, meticulosamente elegidas en la denominación. Fue el primer paso de una estrategia que se centra en la filosofía de la autosuficiencia, con el fin de garantizar en a corto plazo, toda la producción de la uva utilizada en vino de Oporto y los vinos tranquilos.
La búsqueda de la excelencia se hace evidente cuando se percibe en la calidad real de los vinos que produce y en el seguimiento de una tradición pionera en la investigación que, desde hace décadas, gobierna su estrategia de producción.