Félix Callejo (Junio, 1943) nace en Sotillo de la Ribera, dentro de una familia con una larga tradición en el mundo del vino. Tanto su abuelo Faustino, como su padre Félix, poseían viñedo, además de ser “corredores de vino”, una especie de agente comercial, encargado de vender las partidas de vino elaborado en Sotillo. A los 16 años, tuvo que asumir las riendas del negocio familiar tras la muerte de su padre.
La recompensa llega en 1989, cuando sale a la luz la primera cosecha. Desde el principio su máxima ha sido la de dar a conocer la grandeza de sus vinos, haciendo viajes por todo el mundo, desde Japón hasta América, asistiendo a Ferias, contactando con nuevos clientes. Ha sido pionero, siempre con su botella debajo del brazo, al introducir los vinos de Ribera del Duero, en países donde apenas había cultura del vino.
La idea de la búsqueda de la máxima expresión del terruño comienza a fraguarse en José-Félix Callejo tras su paso por Petrús en 1999, bajo la dirección del prestigioso enólogo Jean-Claude Berrouet. Esta experiencia fue clave en su formación, donde vio el respeto y pasión por los distintos suelos y su resultado en la elaboración de grandes vinos.
Los viñedos exclusivamente de la variedad Tempranillo o Tinta Fina, se sitúan en Sotillo de la Ribera, población de 500 habitantes en la provincia de Burgos. Se encuentra al Norte de la Ribera del Duero, parte más alta del valle entre 850-930 metros de altitud sobre el nivel del mar. Todo un enclave privilegiado dentro de Ribera del Duero.
La elevada altitud es responsable de grandes contrastes de temperatura entre el día y la noche, con diferencias de más de 15 ºC, que mejoran la madurez de la uva, conservando en las noches frías la acidez. Los suelos donde se asientan los viñedos van desde tipo calizo en las partes altas (930 m sobre nivel del mar), hasta franco-arcillosos, arenosos, canto rodado, a medida que se desciende por el perfil, con zonas calizas en partes altas de laderas.