Bodega con profundas raíces (La Casa Grande tiene documentadas fincas dedicadas a viñedos en 1850), cautelosamente modernizada, lo justo para que, sin perder la identidad, el albariño llegue a nuestros paladares con todas sus virtudes. En esta finca y bodega prima la cultura popular, atesorada por tres generaciones que actualmente representa Gerardo Méndez Lázaro, un vitivinicultor de este tiempo, respetuoso con el legado recibido, comprometido con los parámetros de calidad que exige el degustador de hoy.
La finca familiar mira en la lejanía al mar de Arousa y aún a la boca de la ría de Pontevedra. En pleno corazón del Salnés, al pie de A Armenteira y su cenobio, la casa solariega acoge vivienda y bodega.
Porque la calidad se gesta en las viñas. Cuidando la planta y el fruto para evitar tratamientos, vigilando el grado óptimo en el momento de la vendimia. Y se consolida durante la elaboración. Apostando por la maceración, como siempre y en función de las características observadas cada año, para aprovechar toda la autenticidad del Albariño cuidadosamente seleccionado. Por eso en las botellas de esta bodega de predio, además de la calidad – especialmente controlada en la vendimia, pasando por el despalillado hasta la espera maloláctica – predomina el gusto, la personalidad, el resultado de la mano experta del hombre, atenta y discerniente según el fruto de cada pago o finca, cuyos frutos fermentan por separado, sin más ingerencias que el control de la temperatura.
La bodega familiar fue fundada en el año 1973, comenzando a comercializar sus productos con la marca Do Ferreiro coincidiendo con la fundación de la Denominación de Origen. En la actualidad cultivan 8 hectareas de viñedo propio y 4 controlado. Con un cuidadoso trabajo de campo y elaboración cada año se busca que los vinos reflejen la tipicidad de la uva albariña respetando las características de la añada.