Destilado en la remota isla de Islay, al oeste de la costa de Escocia, Laphroaig es tal vez uno de los whiskies más apreciados de entre los single malt escoceses. Los orígenes de Laphroaig no están claros, se pierden en el tiempo. Una destileria rodeada de mitos y folklore escoces.
Se sabe que donde hoy en día se levanta la destilería de Laphroaig, los irlandeses llevaban años destilando y que la gente del lugar ya dominaba sus habilidades cuando ellos se fueron, pero como era ilegal, se guardaba la tradición y se escondían los pequeños alambiques de las granjas.
Lo que si se sabemos, sin embargo, es que los hermanos Donald y Alec Jhonstons abrieron su granja en 1800, y que pronto comenzaron a interesarse por abrir una destilería, Laphroaig (que en Gaélico significa “El bello hueco en la amplia bahía”), hasta el punto de que en 1815 la reputación de Laphroaig era ya muy reconocida en todo Islay.
Tal es su historia y calidad que incluso durante la ley seca en Estados Unidos, de 1920 a 1933, Laphroaig podia ser legalmente importado como “bebida medicinal”.
Laphroaig es destilado con aguas del rio Kilbride Dam, con un proceso de destilación que produce el característico turboso y coloreado whisky que le convierte en uno de los cinco single malt mas vendidos en el mundo actualmente.
La destilería Laphroaig todavía utiliza cebada propia (cerca del 30 %). Utiliza alambiques de pequeña talla, 3 wash stills en forma de cebolla y 4 spirit stills de forma conica (vasija still clásica). Según Iain Handerson, antiguo director de la destilería, es en el curso de la primera destilación donde se marca el carácter del futuro whisky.
Fundada en 1810 por los hermanos Alexander y Donald Johnston, Laphroaig integra hoy, junto a Ardbeg y Lagavulin, la legendaria trilogía de destilerías que elaboran los single malt potentes, turbosos y ahumados tan típicos de Islay. Actualmente pertenece al grupo Beam Suntory.
