Alvar de Dios

Descubre su proyecto

 

Álvar de Dios Hernández (Valladolid, 1984) pertenece a una nueva generación de viticultores decidida a trasladar a cada botella el paisaje que la rodea, recuperando viñedos viejos, reivindicando las variedades autóctonas de cada región y trabajándolas de manera respetuosa. Tras licenciarse como ingeniero agrónomo, estudió enología.

 

Ha trabajado con Telmo Rodríguez, Bernabeleva, Jiménez-Landi, Olivier Rivière, Elian Da Ros y Marañones. En 2008 cogió su primera viña, aunque fue en 2014 cuando arranca definitivamente su proyecto personal. En plena vendimia, con todos los contratiempos que un pequeño viticultor afronta en esta época del año, dedica unos minutos para que lo conozcamos mejor.

Descubre su proyecto

Álvar de Dios Hernández (Valladolid, 1984) pertenece a una nueva generación de viticultores decidida a trasladar a cada botella el paisaje que la rodea, recuperando viñedos viejos, reivindicando las variedades autóctonas de cada región y trabajándolas de manera respetuosa. Tras licenciarse como ingeniero agrónomo, estudió enología. Ha trabajado con Telmo Rodríguez, Bernabeleva, Jiménez-Landi, Olivier Rivière, Elian Da Ros y Marañones. En 2008 cogió su primera viña, aunque fue en 2014 cuando arranca definitivamente su proyecto personal. En plena vendimia, con todos los contratiempos que un pequeño viticultor afronta en esta época del año, dedica unos minutos para que lo conozcamos mejor.

ENTREVISTA A ÁLVAR DE DIOS HERNÁNDEZ - SEPTIEMBRE 2022

¿Cómo nace Alvar de Dios?

Yo empecé de casualidad en el mundo del vino y coincidió con una época muy bonita, a finales de la primera década del siglo XXI, que es cuando empieza a juntarse un grupo de gente con ganas de cambiar el panorama vitícola español (Fernando García, Daniel Jiménez Landi, Curro Bareño, Ricardo P. Palacios, Raúl Pérez, Rodrigo Méndez, Verónica Ortega…). Ellos empiezan a moverse, a trabajar su propia uva, la biodinámica… Poco a poco, todo eso empieza a crecer. Mi familia tenía viñas y dije: “¿Por qué no?”. Podría decirse que el proyecto nace después de varias experiencias, de estar en el sitio oportuno en el momento adecuado y crecer alrededor de los que para mí han puesto al pequeño viticultor español en el mapa.

 

Si tuvieras que explicar tu proyecto a alguien que no lo conoce, ¿qué dirías?

Diría que es un proyecto sencillo de un chico de pueblo que pretende transmitir lo que tiene debajo de los pies, un paisaje, un suelo, un terruño, una variedad, dentro de un concepto de año. Es intentar ser lo más franco posible con el suelo con el que trabajas y con la zona en la que estás, aportando una visión, mi visión, de la zona.

Háblanos de ese paisaje.

El proyecto engloba tres pueblos de la provincia de Zamora, El Pego, El Maderal y Villadepera, que están bastante próximos entre sí y, sin embargo, pertenecen a tres denominaciones diferentes. Trabajo con las variedades autóctonas de cada uno: en El Pego, tinta de toro y un poco de garnacha; en de El Maderal, doña blanca y alguna variedad blanca, muy pequeñas cantidades, y Villadepera es un abanico enorme de variedades locales.

Alvar de Dios es un proyecto sencillo de un chico de pueblo que pretende transmitir lo que tiene debajo de los pies, un paisaje, un suelo, un terruño, una variedad, dentro de un concepto de año

 

¿Cómo se expresan las variedades en los distintos terruños?

Toro, la denominación a la que pertenecería El Pego, tiene un fondo fluvial, porque son terrazas del Duero, pero El Pego está más alejado del río y el suelo es arena, arena, arena y, debajo, arenisca. Dentro de que la tinta de toro es una variedad muy tánica y que estamos en una zona muy cálida, va a dar un tanino más ligero, con menos agarre que la zona que tiene un porcentaje de arcilla, que da vinos más estructurados. El Maderal es una zona con mucha más altitud y también es una terraza, pero del Tormes, con mucha arcilla, una arcilla roja, y debajo caliza. Un arcillo-calcáreo de libro. En Arribes del Duero, la mayoría de los suelos vitícolas que vamos a encontrar son granitos, pero en Villadepera tenemos esquisto de origen volcánico, que tiene como laminitas interiores de montmorillonita, que es un tipo de arcilla que mantiene un poco más la humedad.

Estar en tu pueblo, pese a que no seas profeta, y tener un proyecto ya me parece un sueño cumplido. También, que haya una persona en alguna parte del mundo abriendo a ciegas una botella tuya y sepa que eres tú

 

¿Con qué filosofía elaboras tus vinos?

Sobre todo, máximo respeto. En el campo intentamos tener el mejor producto posible. Dependemos del año, de lo que llueva, de lo que no, pero trabajamos para conseguir que sea lo mejor posible ese año. Cuando consigues eso, en bodega simplemente tienes que dejar que se exprese.

 

¿Qué tipo de vinos te gusta beber? ¿Son los mismos que te gusta elaborar?

Me gusta mucho Francia: Borgoña, Jura… También Chianti y Barolo en Italia. ¿Si son los vinos que me gusta hacer? Yo creo que sí. Al final, acabas guiándote por los gustos y haciendo cosas parecidas. No iguales, porque no se puede hacer Borgoña en todos los sitios, pero sí puedes procurar que sean vinos limpios, fluidos, que tengan algo que decir, que se note el territorio.

¿Te gustaría compartir con nosotros una breve frase de cada uno de tus vinos?

Tío Uco es la vuelta a los vinos que se hacían en las bodegas de casa, es como mirar hacia el pasado e intentar transmitir en un vino ‘de ahora’ la influencia de las recetas antiguas que había en los pueblos, en las casas, buscando un poco más de fruta, sin casi madera, con las cubas viejas. Aciano es el tanino arena, el vino con esa textura arenosa en la boca. Camino de los Arrieros es un vino ‘fuera de lugar’, con más alma gallega y portuguesa que castellana. Nunca lo enclavarías en Zamora o en Castilla. Yavallo es la finura, la sangre, el óxido, la parte férrica que te llena la boca. Las Vidres es la delicadeza; un blanco superdelicado, muy ligero, pero con mucha persistencia. Y Vagüera es la opulencia, frutoso, con una boca exageradamente amplia; un tren que te arrolla.

 

¿Cuál es tu primer recuerdo vinculado al vino?

La familia siempre ha tenido viña y siempre había vendimia. Ese es mi primer recuerdo: estar a hombros de mi tío, mi abuelo o mi padre cuando era pequeño, o subido en el tractor.

¿Qué es lo que más te gusta del mundo del vino?

Una de las cosas que más disfrutas es beber (ríe). ¡Y los viajes! Los viajes conociendo otros proyectos, zonas e interpretaciones, ver que un mismo problema en otra zona se interpreta de manera diferente. Disfruto viendo el trabajo de los demás y cómo solucionan problemas de otra forma. Es un espejo, o mejor dicho una ventana, donde mirar.

 

Cuéntanos un sueño hecho realidad… o por cumplir.

Haber montado esto y que se mantenga. Estar en tu pueblo, pese a que no seas profeta, y tener un proyecto ya me parece un sueño cumplido. También, que haya una persona en alguna parte del mundo abriendo a ciegas una botella tuya y sepa que eres tú. Como cuando catas un vino de Loira y dices: “Esto es Sancerre, Vouvray o Montluis por esto, por esto y por esto”. Para mí sería un sueño que, dentro de cuatro, cinco o diez años, haya cinco proyectos y haya alguien catando que diga: “Esto es Villadepera por esto, por esto y por esto”.

 

 

¿Tienes algún nuevo proyecto entre manos?

El objetivo ahora es centrar el proyecto, centrar la marca, trabajar mucho con las parcelas, ser mejor día a día en lo que se hace y conseguir el máximo exponente con lo que estamos trabajando.

TÍO UCO 2021

VAGÜERA 2019

ACIANO 2019

 

 

 

 

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