Yann Alexandre es la octava generación de su familia que cultiva vides en la Petite Montagne de Reims, la tercera que elabora champagne allí. Él y su esposa, Séverine, comparten una pasión por la horticultura que influye directamente en su viticultura. “Cultivamos el viñedo como un jardín”, explica Yann. Este es un listón muy alto para dos agricultores que trabajan 6,3 hectáreas repartidas en 28 parcelas en nueve aldeas. Pero también es fundamental en su filosofía: “Intento siempre anteponer las características de cada parcela y alcanzar la perfecta madurez y sanidad de la uva”. La vitalidad se logra a través del trabajo manual intensivo y las prácticas regenerativas a las que los Alexandre se han dedicado desde 1999.
Como en toda la Petite Montagne, la pinot meunier es la estrella, apoyado por el pinot noir y el chardonnay, las uvas emparejadas con suelos de arcilla calcárea, margas blancas, piedras y sílex. Yann declara que su objetivo es "un champagne tan natural como sea posible", elaborado con uvas vitales, con un mínimo de sulfitos añadidos, hasta siete años de envejecimiento sobre lías, cribado manual y degüelle, y "ningún detalle dejado al azar".
En Courmas, Yann tiene 14 parcelas, predominantemente plantadas con meunier. Estos son igualados por un número igual dispersos al norte en Bouilly, en los pueblos del 1er Cru Villedommange, Coulommes de Montagnes y Vrigny, y en los suelos más arenosos de Chenay y Merfy en el Macizo de Saint Thierry y, al sur, en la tierra pedregosa y calcárea de Marfaux y, abajo en el Vitryat, St.-Lumier-en-Champagne.
Los viñedos de Alexandre abarcan 6,3 hectáreas de parcelas con diferentes composiciones de suelo, todas cuidadosamente combinadas con sus variedades: 55 % meunier, 30 % chardonnay, 15 % pinot noir. Los sitios de ladera orientados principalmente al suroeste abarcan toba amarilla, marga blanca, arcilla calcárea, piedra blanca ("pierreux") con pedernal. Los viñedos, que tienen una edad media de 25 años, son una mezcla de selecciones clonales y masales. La agricultura de Yann es pionera. Su objetivo declarado es "hacer un champagne lo más natural posible" logrado a través de una cuidadosa estrategia de sanidad vegetal, respeto por la biodiversidad, gestión de los recursos hídricos, cultivos de cobertura y arado.
Cada variedad y cada parcela se vinifica por separado “para garantizar que la mezcla sea equilibrada y fresca”, dice Yann. Yann selecciona las levaduras más propicias, añade un mínimo de sulfitos (menos de 50 mg/l), se basa en fermentaciones a temperatura controlada en acero inoxidable y roble (“depende de las parcelas — para inoxidable crianza hasta el embotellado, siete meses, para roble, tres meses en barrica y luego otros tres o cuatro en inoxidable hasta el embotellado”).
“La precisión requiere la intervención humana en cada etapa. Entre la tierra y la vid, la preparación del suelo, la elección de las variedades así como su formación según el terroir. Todos esos detalles, una vez reunidos, conforman mi sentido del equilibrio”. —Yann Alexandre
